“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).
La edición de la revista Time [en Inglés] del 18 de Septiembre del 2006 tiene una historia en la portada, que se titula: “¿Quiere Dios que tú seas Rico? Algunas de las Mega-iglesias dicen que sí. Otras dicen que es una Herejía. El debate sobre el Nuevo Evangelio de las Riquezas.” Rick Warren dice: “¿Esta idea de que Dios quiere que todos sean ricos? Boberías” . Joel Osteen dice: “Yo creo que Dios quiere que seamos prósperos” ¿Quién tiene la razón? Yo creo que hay algo de cierto en ambas declaraciones. El Nuevo Testamento no enseña que Dios quiere que todos sean ricos. Pero, a la vez, yo sí creo que Dios quiere que seamos prósperos. Así que parece que ambos hombres presentan parte de la verdad sobre este tema, pero el hecho de que ninguno de ellos enfatiza la centralidad del Evangelio hace que ambos sermones algo menos de lo que necesitamos en estos días extraños de la Cristiandad Americana. Ambos hombres atraen grandes multitudes de gente, pero uno se pregunta cuántos en sus congregaciones son convertidos. El Evangelio de Cristo siempre debe tener la preeminencia en nuestra predicación, sino pocos serán convertidos, ¡sean prósperos o no!
Cuando escucho este versículo en las Iglesias modernas
siempre viene acompaño de mucho entusiasmo, parloteo de manos y alegría, porque en “todas estas
cosas” es en donde la
imaginaciòn de muchos se dispara e imàgenes pasan por su cabeza como en una
película, de las cosas que deseamos tener, carros, casas, lujos y una variedad
de cosas.
Lo cierto es que cuando leemos el contexto( capitulo 5 y 6)
nos damos damos cuenta que la intención de Jesús era que el cristiano dejara de preocuparse
de estas cosas; no es que no debe pensar en ellas, por mas espiritual
que seas, estas cosas( alimento, vivienda y ropa) son esenciales para el
hombre. Pero si entendemos el texto en la época en que la se dio, tal vez la
reacción hubiera sido diferente.
Se nos ha enseño que Dios tiene el deseo de darnos “todas
estas cosas” que son visible mente producto de nuestra carnalidad, y no a estar
confiados en que las cosas que son para las necesidades básicas nunca nos
faltaran, eso es lo que estos hombres del
siglo primero entendieron, ya que sabían que seguir a Cristo les costaría una
vida de no aceptación y éxito social.
Este es un pequeño estudio exegetico de este maravilloso
texto.
Veamos lo
que dice, versículo por versículo:
Mateo 6:25 “Por lo tanto,
yo les digo: No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por
la ropa que necesitan para el cuerpo. ¿No vale la
vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa?
En este primer versículo,
vemos la frase que más se repite en esta sección: “No se preocupen.” Las frases
y palabras que se repiten merecen atención. Sobre todo cuando tenemos la misma
frase en la primera oración de una sección y en la última oración. Jesús empieza
esta parte diciendo “No se preocupen” y la termina diciendo “No se preocupen.”
Específicamente habla de preocuparse por la vida y por el cuerpo. En cuanto a
la vida, menciona la comida y la bebida, cosas que son esenciales. En cuanto al
cuerpo, menciona la ropa, cosa necesaria. Nadie puede escaparse de pensar en
estas cosas. Quizás no compremos ni casa ni auto ni nada de lujo, pero todos
tenemos que conseguir comida y ropa. Jesús dice que no debemos preocuparnos
por esas cosas. Podemos pensar en ellas, ocuparnos de ellas, pero no debemos
preocuparnos.
26 Miren las aves que vuelan por el aire: no
siembran ni cosechan ni guardan la cosecha en graneros; sin embargo, el Padre
de ustedes que está en el cielo les da de comer. ¡Y ustedes valen más que las
aves,
Dios sabe proveer. Sabe
mejor que nosotros lo que necesitamos. Los animales viven y sobreviven gracias
al cuidado de Dios, por lo menos cuando los hombres no intervienen. Dios puso
en funcionamiento un sistema, lo que los hombres llaman la naturaleza. Ese
sistema provee lo que cada especie necesita para vivir, todo lo necesario. De
la misma manera, Dios está dispuesto a proveernos todo lo necesario para
nuestras vidas. Quizás no todo lo que quisiéramos tener, pero todo lo
necesario.
27 En todo caso, por mucho que uno se preocupe,
¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora?
Otra traducción sería de
aumentar su estatura. El término en el griego puede referirse ya sea a la
altura o a la duración de la vida. Ambas ideas tienen sentido aquí. En todo caso,
Jesús está diciendo que preocuparse no puede cambiar la realidad. No logramos
nada con preocuparnos. ¿Ha pensado Ud. alguna vez en cuáles eran las cosas que
más le preocupaban hace un año? ¿Hace cinco años? La mayoría de esas cosas, que
parecían tan importantes en ese momento, ya no tiene importancia. Y aun las
cosas que tienen importancia no son afectadas por la preocupación. Hay una
famosa oración que dice:
Señor dame la
Serenidad necesaria
Para aceptar
las cosas que no puedo cambiar,
Valor para cambiar
las cosas que puedo
y Astucia para
saber la diferencia entre ellas.
28 “¿Y por qué se preocupan
ustedes por la ropa? Fíjense cómo crecen los
lirios del campo: no trabajan ni hilan. 29 Sin embargo, les digo que ni
siquiera el rey Salomón, con todo su
lujo, se vestía como uno de
ellos. 30 Pues si Dios viste así a la hierba,
que hoy está en el campo y mañana se quema
en el horno, ¡con mayor razón los vestirá a ustedes,
gente falta de fe!
La idea aquí es parecida a
lo que dijo Jesús de las aves. Dios sabe proveer. Muchas veces, sabe proveer
mejor que nosotros. Si solamente podemos confiar en Dios, El puede darnos lo
mejor de lo mejor. Quizás no sea lo que el mundo valoriza, pero será lo que es
mejor para nosotros. Solamente tenemos que tener fe.
31 Así que no se preocupen, preguntándose: ‘¿Qué
vamos a comer?’ o ‘¿Qué vamos a beber?’ o ‘¿Con qué vamos a vestirnos?’ 32
Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos, pero ustedes tienen un
Padre celestial que ya sabe que las necesitan.
Jesús vuelve a decir: “No se
preocupen.” Ni por la comida, ni por la bebida, ni por la ropa. Son cosas
imprescindibles. No son lujos. Son necesidades. Pero Jesús dice que no debemos
pasar nuestro tiempo preocupándonos por ellas.
Y nos recuerda que eso es
exactamente lo que hace la gente del mundo, los paganos, los que no creen en
Dios. Nosotros hemos sido llamados a ser distintos, a vivir vidas distintas.
Somos santos. Somos la sal de la tierra. No podemos imitar a los que nos
rodean; tenemos que imitarlo a nuestro Señor Jesucristo. No somos ni hondureños
ni guatemaltecos ni estadounidenses ni argentinos. Somos de otro reino. Somos
ciudadanos del reino de los cielos.
33 Por lo tanto, busquen primero el reino de Dios y
su justicia, y recibirán también todas estas cosas.
Jesús dice que tenemos que
poner nuestra atención en nuestro reino, el reino de los cielos. Eso tiene que
ser nuestra prioridad, no las cosas de esta vida. Si buscamos las cosas de
Dios, El se encargará de darnos lo que necesitamos para nuestras vidas físicas.
34 No se preocupen por el día de mañana, porque
mañana habrá tiempo para preocuparse. Cada día tiene bastante con sus propios
problemas.
Jesús vuelve a decir: “No se
preocupen.” Preocuparse no puede cambiar el futuro; nos es suficiente atender
las necesidades del día de hoy.
Habiendo visto este pasaje
en detalle, volvemos al mensaje principal. No podemos servir a dos amos. No
podemos dividir nuestra atención entre dos reinos, el reino de Dios y el reino
del mundo. No podemos buscar a Dios de todo corazón si también estamos buscando
las riquezas de este mundo. Muchos predicadores hoy en día quieren hablar de la
prosperidad, quieren convencernos de que Dios quiere que seamos ricos en lo
material, que quiere que seamos millonarios en el nombre de Jesús. Pero lo que
la Biblia dice es otra cosa.
En primer lugar, debemos
reconocer que la Biblia afirma el valor del trabajo, más que eso, reconoce al
trabajo como un deber del hombre. Lo podemos leer en estos pasajes:
“El que robaba, deje de robar y póngase a trabajar,
realizando un buen trabajo con sus manos para que tenga algo que dar a los
necesitados.” (Efesios 4:28)
“Procuren vivir tranquilos y ocupados en sus propios
asuntos, trabajando con sus manos como les hemos encargado, para que los
respeten los de fuera y ustedes no tengan que depender de nadie.” (1
Tesalonicenses 4:11-12)
“Hermanos, les ordenamos en el nombre de nuestro
Señor Jesucristo, que se aparten de cualquier hermano que lleve una conducta
indisciplinada y que no siga las tradiciones que recibieron de nosotros. Pues
ustedes saben cómo deben vivir para seguir nuestro ejemplo: nosotros no
llevamos entre ustedes una conducta indisciplinada, ni hemos comido el pan de
nadie sin pagarlo. Al contrario, trabajamos y luchamos día y noche para no
serle una carga a ninguno de ustedes. Y ciertamente teníamos el derecho de
pedirles a ustedes que nos ayudaran, pero trabajamos para darles el ejemplo que
ustedes deben seguir. Cuando estuvimos con ustedes, les dimos esta regla: El
que no quiera trabajar, que tampoco coma. Pero hemos sabido que algunos de
ustedes llevan una conducta indisciplinada, muy ocupados en no hacer nada. A
tales personas les mandamos y encargamos, por la autoridad del Señor
Jesucristo, que trabajen tranquilamente para ganarse la vida.” (2 Tesalonicenses
3:6-12)
“Pues quien no se preocupa de los suyos, y sobre
todo de los de su propia familia, ha negado la fe y es peor que los que no
creen.” (1 Timoteo 5:8)
Nosotros tenemos un deber de
trabajar. Trabajamos para proveer para nuestras familias. Trabajamos para poder
ayudar a otros. Trabajamos para no caer en la vagancia. Pero afirmar que el
cristiano debe buscar las riquezas es otra cosa totalmente distinta. Leamos lo
que Pablo escribió a Timoteo en 1 Timoteo 6. Después de hablar de las personas
que quieren enriquecerse por medio de la religión, dice:
“Y claro está que la piedad es una fuente de gran
riqueza, pero solo para el que se contenta con lo que tiene. Porque nada
trajimos a este mundo, y nada podremos llevarnos; si tenemos qué comer y con qué
vestirnos, ya nos podemos dar por satisfechos. En cambio, los que quieren
hacerse ricos caen en la tentación como en una trampa, y se ven asaltados por
muchos deseos insensatos y perjudiciales, que hunden a los hombres en la ruina
y la condenación. Porque el amor al dinero es raíz de toda clase de males; y
hay quienes, por codicia, se han desviado de la fe y se han causado terribles
sufrimientos.” (1 Timoteo 6:6-10)
¿Con qué podemos darnos por
satisfechos? Con comida y ropa, las mismas cosas que menciona Jesús en Mateo 6.
Pero ¿qué pasa, según Pablo, si buscamos hacernos ricos? Caemos en una trampa.
Una trampa mortal, que mata no al cuerpo sino al alma. Mata a la fe. Causa
terribles sufrimientos. Aun sabiendo que es una trampa, pensamos que nosotros
podemos escapar, que nosotros podemos robarle el queso a la trampa sin que nos
agarre. Pensamos que podemos dedicarnos a la búsqueda del dinero sin que el
dinero nos atrape. Y estamos jugando un juego muy, pero muy, peligroso.
El materialismo ataca
nuestras iglesias, y hacemos muy poco por combatirlo. Es un enemigo que gana
por seducción, que apela a nuestros deseos, que llama a nuestra codicia.
Nosotros creemos que estamos avanzando, que estamos mejorando nuestras vidas,
pero en verdad, nos estamos haciendo esclavos. Es una esclavitud sutil, que nos
roba el tiempo, que nos roba las amistades, que nos roba la familia y, si nos
descuidamos, nos roba la fe. Para que no nos demos cuenta, no pide grandes
cosas; siempre pide “Un poco más. Un poco más.” Pablo dice que debemos
conformarnos con tener comida y tener ropa, pero el materialismo nos dice,
“Solamente un poco más.” Un televisor mejor. Unos muebles mejores. Una casa más
linda. Un automóvil. Esta máquina y aquella y esta comodidad y esta novedad y
esta nueva necesidad que ¡ni existía ayer pero hoy es necesidad! “Solamente un
poco más.”
Un joven se acercó a Cristo,
preguntando acerca de la vida eterna. Afirmando haber cumplido con los
mandamientos, el joven preguntaba qué más le hacía falta. Cristo le miró y le dijo
que vendiera sus posesiones y que diera el dinero a los pobres. Y el joven se
fue triste, porque no estaba dispuesto a hacerlo. Podemos leer en Mateo 19 lo
que Cristo dijo al verlo irse:
“Jesús dijo entonces a sus discípulos: —Les aseguro que difícilmente entrará un rico
en el reino de los cielos. Les repito que es más fácil para un camello pasar
por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el reino de Dios.” (Mateo
19:23-24)
Difícilmente entrará un rico
en el reino de los cielos. ¿Lo creemos? ¿Creemos que es más fácil para un
camello pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el reino? ¿Lo
creemos? Mucha gente no lo cree, a tal punto que se ponen a buscar
explicaciones en cuanto a qué puede ser el camello y el ojo de la aguja. Hablan
de puertas bajitas, hablan de estrechos de agua, hablan de distintas cosas
porque no quieren creen que Jesús haya dicho lo que dijo. Pero más abajo Jesús
dice: “Para los hombres esto es imposible, pero para Dios
todo es posible.” Está hablando de algo imposible para los
hombres, como pasar un camello por el ojo de una aguja. Entonces, si Cristo
dijo que es más difícil para los ricos entrar en el reino, ¿hacemos bien en
buscar el dinero? ¿Hacemos bien en querer ser ricos? ¿Cuántos de nosotros hemos
advertido a nuestros hijos acerca de esta trampa mortal? ¿Cuántos de nosotros
tememos caer en esa trampa? Hubo una obra musical llamada “El violinista en el
tejado,” acerca de un judío pobre en Rusia. En un momento de la obra, alguien
dice a Tevye, el protagonista: “El dinero es la maldición del mundo.” Tevye
responde: “Que Dios me aflija con el. Y que nunca me recupere.” Muchas veces me
siento así. Si la riqueza es una trampa, a veces tengo ganas de caer en la
trampa.
En Lucas capítulo 16, Cristo
contó una parábola acerca de un mayordomo injusto. Después de contar la
parábola, enseña algunas lecciones acerca del dinero. Y en el versículo 13,
repite las palabras que encontramos en Mateo 6:
““Ningún sirviente puede servir a dos amos; porque
odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se
puede servir a Dios y a las riquezas.”” (Lucas 16:13)
Pero no todo el mundo estaba
de acuerdo. Leemos en el versículo 14:
“Los fariseos, que eran amigos del dinero, oyeron
todo esto y se burlaron de Jesús.” (Lucas 16:14)“
“Los fariseos, que eran
amigos del dinero…” dice. Amigos del dinero. La palabra en griego es fila¿rguroß (philarguros),
que quiere decir “ama plata.” Amigo del dinero es una buena traducción. Confieso
que yo a veces soy amigo del dinero. A veces tengo ganas de ser amigo íntimo.
Pero Lucas no lo dice para halagarlos. Es una crítica, una condena. Ellos se
oponían a Jesús porque eran amigos del dinero. Y se burlaron de él.
Y nosotros, ¿qué hacemos?
¿No nos burlamos un poco.? No se preocupen. Busquen primero el reino y
recibirán lo demás. “Ah, sí, claro.” Con comida y ropa podemos darnos por
satisfechos. “¡Ja! ¿Satisfechos? Con comida y ropa nada más, soy un pobre.
Estas palabras sirven para la iglesia, pero no para el mundo real. ¡Ja!” Aunque
me duele confesarlo, yo me burlo un poco. O por lo menos me cuesta creerlo. Y
me cuesta más vivirlo.
Sigamos leyendo en Lucas 16:
Jesús les dijo: “Ustedes son los que se hacen pasar
por justos delante de la gente, pero Dios conoce sus corazones; pues lo que los
hombres tienen por más elevado, Dios lo aborrece.” (Lucas 16:15)
Lo que los hombres tienen
por más elevado, Dios lo aborrece. Quiere decir que si el mundo lo aprueba,
debo mirarlo con cierta desconfianza. Cuando la gente del mundo me dice que debo
hacer esto y aquello, que mis hijos necesitan esto y el otro, que este camino
es el indicado, debo preguntarme si es tan así o no. Los valores de este mundo
no son los valores de Dios.
Había un filósofo europeo
llamado Soren Kirkegaard. El dijo una vez que Jesucristo fue como un ladrón que
entró en una tienda de noche, pero en vez de robar, solamente se puso a cambiar
los precios. Lo que era caro, ya era barato. Lo que era económico ya valía
mucho. Televisores por el precio de un caramelo. Lápices que costaban como un
horno microonda. Eso es lo que hizo Cristo. Cambió todos los valores del mundo.
El líder debe servir. El que quiere la gloria tiene que sufrir. El último será
el primero. Jesús vino y nos dijo que todo lo que valoramos es lo que Dios
aborrece. Aborrece, dice. Odia. Con fuerza. Rechaza por completo. Y eso incluye
las cosas materiales que más deseamos. Las riquezas. Los tesoros amontonados
aquí en la tierra.
El apóstol Pablo era un
hombre que entendía todo esto. Escribiendo a los filipenses, pudo decirles en
el capítulo 4:
“No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a
Dios en oración; pídanle, y denle gracias también. Así Dios les dará su paz,
que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus
corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús.” (Filipenses 4:6-7)
Podemos apreciar estas
palabras un poco más cuando tenemos en cuenta que Pablo estaba en la cárcel
cuando escribió estas palabras. Un poco más abajo, agradeció una ofrenda que
los filipenses le habían dado y les dijo:
“No lo digo porque yo esté necesitado, pues he
aprendido a contentarme con lo que tengo. Sé lo que es vivir en la pobreza, y
también lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a hacer frente a
cualquier situación, lo mismo a estar satisfecho que a tener hambre, a tener de
sobra que a no tener nada. A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me
fortalece.” (Filipenses 4:11-13)
Cuando podemos decir que nos
da igual tener escasez que tener abundancia, ahí podemos declararnos libres de
la trampa del dinero. ¿Pero como podemos lograr eso? Por lo que dice Pablo
aquí. “Todo lo puede en Cristo quien me fortalece.” Esas palabras son citadas
fuera de su contexto con mucha frecuencia; dentro del contexto, hablan de
contentarnos con lo que tenemos.
Así podemos dejar de
preocuparnos. Así podemos poner nuestra atención en el reino, buscando su
justicia por encima de todo. Para terminar este estudio, leamos una vez más las
palabras de Jesús de Mateo 6:
“Por lo tanto, yo les digo: No se preocupen por lo
que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el
cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? Miren
las aves que vuelan por el aire: no siembran ni cosechan ni guardan la cosecha
en graneros; sin embargo, el Padre de ustedes que está en el cielo les da de
comer. ¡Y ustedes valen más que las aves! En todo caso, por mucho que uno se
preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora? “¿Y por qué se
preocupan ustedes por la ropa? Fíjense cómo crecen los lirios del campo: no
trabajan ni hilan. Sin embargo, les digo que ni siquiera el rey Salomón, con
todo su lujo, se vestía como uno de ellos. Pues si Dios viste así a la hierba,
que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, ¡con mayor razón los
vestirá a ustedes, gente falta de fe! Así que no se preocupen, preguntándose:
‘¿Qué vamos a comer?’ o ‘¿Qué vamos a beber?’ o ‘¿Con qué vamos a vestirnos?’
Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos, pero ustedes tienen un
Padre celestial que ya sabe que las necesitan. Por lo tanto, busquen primero el
reino de Dios y su justicia, y recibirán también todas estas cosas. No se
preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse.
Cada día tiene bastante con sus propios problemas.” (Mateo 6:25-34)
por: Damian Fernando Rmz